Abstract:
He aquí una anécdota poco conocida que muestra, en ocasiones, la dureza que acompaña el ejercicio del periodismo, catalogado por Albert Camus, y difundido luego por García Márquez, como “el oficio más bello del mundo. urgencia un trabajo remunerado. Hasta ese momento yo había publicado artículos breves en un pequeño periódico de Barranquilla, la ciudad del Caribe colombiano donde nací. Escribía por el simple gusto de ver mi nombre impreso en letras de molde. Mi madre decía con sarcasmo que yo no actuaba como profesional sino como penitente. Ni siquiera les pedía a los dueños del periódico que cubrieran los gastos de transporte en que incurría durante el trabajo de campo. Mientras fui soltero pude permitirme tamaño idealismo, pues no afectaba a nadie. Al estar casado y a la espera de un bebé, partirme el lomo sin cobrar Tenía veintidós años cuando me enfrenté por primera vez a la necesidad de encontrar un trabajo como periodista. Estaba muerto del susto, me sentía solo y, para colmo de males, di entonces con un tipo de malas pulgas que convirtió aquella experiencia en una pesadilla.