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Grandes cambios han surgido en el mundo en los últimos años en el ámbito económico y social. Colombia, como el resto de países, se ve enfrentada a asumir intensos retos en competitividad y productividad. Debido a la globalización, el avance de nuevas tecnologías de comunicación e información, lleva a que se produzcan constantes reajustes en la organización de las empresas, exigiendo busquen soluciones para poder competir no solo a nivel nacional sino internacional. Para lograr este objetivo se necesita, entre otras, fortalecer la estructura de empresarial:
“en la medida que los recursos de innovación fomenten mejoras en varios aspectos de la productividad que a su vez inciden positivamente en varios resultados empresariales, ente ellos la internacionalización, la realización de proyectos de innovación presenta alternativas para encontrar nuevos mercados y oportunidades de aumentar los volúmenes de producción. De esta forma, las exportaciones y la innovación entran en una dinámica que genera sinergias positivas para el sector de interés”. (Polo Otero, Ramos Ruiz, Arrieta Barcasnegras, & Ramírez Arbelaez, 2018, pág. 91)
De acuerdo a Jone Mixteo et.al (2004, pág. 56) manifiesta que:
“Cuando se analizan los factores que influyen en la competitividad empresarial se deben considerar no sólo las variables macroeconómicas, sino también las sectoriales y las de carácter intraempresarial ... Por tal manera existe un claro interés por tratar de impulsar aquellas acciones que puedan generar una mejora de la ventaja competitiva de las empresas que, a su vez, supondrá una mejora de la competitividad de la región en la que se encuentran. Entre estas medidas, la creación de clúster ha contado con muy buena acogida”.
El término clúster fue acuñado por Michael E. Porter (1990), en su estudio sobre la Ventaja Competitiva de las Naciones, en el que consideraba que la agrupación de empresas y su correspondiente especialización en determinadas actividades productivas contribuía favorablemente sobre los cuatro polos del diamante que explica la ventaja competitiva
Para ser competitivos en la región Caribe, no sólo es suficiente nuestra ubicación geográfica, sino que, además se deben generar otro tipo de condiciones atractivas para generar inversión privada de empresas, Michael Porter (1990), indica que:
“la competitividad de las ubicaciones proviene, en primer lugar, del tipo de entorno de negocio que éstas ofrecen a las empresas. La disponibilidad de los trabajadores, capital y recursos naturales ya no determina la prosperidad, porque estos factores han pasado a ser ampliamente accesibles”. |
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