Abstract:
Barranquilla, ciudad industrial y comercial ubicada en el Norte de Suramérica, fue convertida en el primer puerto del país a finales del siglo
XIX con la construcción de un extenso muelle en la vecina población de Puerto Colombia. La ciudad, como puerto principal del país, en su
momento, permitió el desarrollo comercial y la entrada de numerosas corrientes migratorias extranjeras que se vincularon estrechamente a
su actividad industrial y comercial. En 1936 se inaugura el terminal marítimo y fluvial de Barranquilla a 22 km de la desembocadura del río
Magdalena, con el fin de promover la actividad comercial con el interior del país y el exterior. El florecimiento de la ciudad en el contexto
del país dura hasta los años 60s, época en la que también el río y el puerto comienzan a perder su importancia. El río no es reconocido en
la cotidianidad ciudadana como parte fundamental de la idiosincrasia del habitante barranquillero. El puerto, como sí ocurrió en otras
ciudades del mundo, no impulsó el desarrollo urbanístico, socio económico y turístico de la ciudad. El desarrollo de Barranquilla es muy
diferente al de otras ciudades puertos, como los casos de Barcelona, Hamburgo, Bremen, Rotterdam entre otras, en donde la posibilidad
que ofrece el puerto potencia el desarrollo social económico y por ende el de sector de turismo de la ciudad. Son ciudades que han
organizado su desarrollo entorno al concepto portuario. Barranquilla ha tenido un enfoque distinto, dejando de aprovechar el concepto de
ciudad puerto como mecanismo de impulso económico, social y cultural. Los puertos han participado de forma decisiva en la constitución y
desarrollo de las ciudades, a las que han conferido su carácter marítimo y/o fluvial. Pero también es cierto que los puertos se han
consolidado como entidades exteriores a la propia ciudad y tradicionalmente no se ha creído conveniente articular las relaciones entre
ambas. La especialización del transporte y la logística son esenciales para el crecimiento económico de una ciudad y un país, por lo tanto
deben ser tenidos en cuenta a la hora de considerar las necesidades de operación y de promover el diálogo entre la ciudad y el puerto.
(Camarero, 2014)